sábado, 8 de marzo de 2008

Discurso 8 de marzo

El ritmo del tiempo de la historia a veces es muy rápido, pero otras parece que estuviera detenido o muy lento. Ya han pasado muchos años desde que la organización de las obreras rusas diera el pie para la revolución bolchevique.
Después de una vasta cantidad de años de la matanza de las mujeres obreras en EEUU, de las consecutivas luchas de las organizaciones de mujeres por el derecho al voto, derechos laborales, el acceso a la educación y tener la soberanía sobre nuestros cuerpos, aun no hay justicia ni trato como humanas.El 8 de marzo es un día para tomarse las calles, los sindicatos, el gobierno, para reunirnos y manifestarnos públicamente con nuestra presencia y humanidad.Hoy Conmemoramos las luchas, la valentía y la organización de aquellas mujeres, nuestras madres, abuelas, bisabuelas, quienes hace más de un siglo han hecho que en todo el mundo se reconozcan los DDHH de las mujeres.Para que estos DDHH sean realidad, la lucha debe continuar no sólo desde las organizaciones de mujeres, sino que también, desde todos los ámbitos en dónde existan hombres y mujeres que demandan justicia y dignidad.
Han existido innumerables hechos que nos enrostran la horrible historia recién pasada, ejemplos de ello son las víctimas del sistema represivo de 1973.
Todas las mujeres embarazadas detenidas desaparecidas eran menores de 30 años. En la actualidad, sus hijos tendrían entre 25 y 28 años.
De gran parte de los casos, la verdad es que juicios y procesos han sido sobreseídos definitivamente mediante la aplicación de la Ley de Amnistía.
Hemos decidido remecer las conciencias de aquellas que ayer callaron, tomamos a nuestras muertas de la mano y les prometemos un NUNCA MÁS.
Las mujeres también queremos pronunciarnos por la Paz, ante la situación que vive Latinoamérica en estos días. La Conferencia de Beijing, señala que las mujeres y las niñas son las más afectadas en conflictos armados.
Queremos considerar el desarrollo de programas que eduquen a los pueblos, para impulsar una cultura de la PAZ, apuntando a la resolución de los conflictos por medios pacíficos.

Otros casos de maltrato hacia nuestros derechos humanos es el actual sistema carcelario que menoscaba y violenta los cuerpos, la realidad en las que viven cientos de compañeras es deplorable y tenemos que abogar por un cambio radical en este sentido.
Mencionemos el caso de la mujer de los pueblos originarios que sigue luchando por existir en una nación que la enajena y reprime, que menoscaban sus derechos. Tal es el caso de Patricia Troncoso, quien está saliendo de una huelga de hambre debido a compromisos relativizados y silenciados. Por esto, es una demanda de las mujeres organizadas exigir cumplimiento de compromisos contraídos, por una ciudadanía sin restricciones ni exclusiones.

Si una niña de 11 años es violada por su padre y queda embarazada… no puede abortar.
Si una mujer, madre de 3 hijos, está en peligro de muerte por causa de un embarazo… no puede abortar.
Casi la mitad de las niñas adolescentes que dejan de asistir a la escuela lo hacen por razones de “maternidad” o “embarazo”, mientras que los niños dejan de ir al colegio por dificultades económicas.
La gran mayoría de las mujeres Chilenas, un 74%, están a favor del aborto terapéutico.
Este es el tema de la Normas de Regulación de la Fertilidad.
Dependemos del tribunal constitucional en la entrega de la PAE. Además, se atenta contra la planificación familiar, retrocediendo a los años 60, cuando se instala la T de Cobre como unos de las tantas opciones para regular la fertilidad. Nuestras exigencias están orientadas a la entrega de la PAE en forma gratuita y su venta sin receta médica.

Debido a esto, no debemos seguir escondiendo realidades, no podemos continuar callando.

Las mujeres trabajadoras hoy en Chile, componemos más del 43% de la fuerza de trabajo, sin contar con la contribución económica que hacen las dueñas de casa, aportando al crecimiento y desarrollo económico del país. Más de 500 mil mujeres somos jefas de hogar y otras 450 mil aportamos a nuestras familias con nuestro sueldo, llegando a ser un millón de trabajadoras en Chile.
Gran parte de las mujeres del área de servicios, temporeras, entre otras, no cuentan con contrato de trabajo. La mujer se ha integrado al campo laboral, pero lo hace sin contar con las condiciones mínimas para ello: con menores remuneraciones, ausencia de salas cunas, inseguridad en el cuidado hijos, exposición a enfermedades y accidentes laborales, discriminada para exceder al campo laboral por edad, sexo, trabajos precarios, entre otros".
Además de la limitación en el campo de la salud, somos víctimas de una deficiente seguridad social y de las más bajas pensiones, sin contratos, sin previsión.
Hoy además se pretende legislar (precarizar) para flexibilizar la protección de la maternidad, modificando el pre y post natal.

Es de urgencia nacional mejorar los bajos salarios e igualar las remuneraciones entre hombres y mujeres (a igual trabajo, igual sueldo); terminar con el exceso de horas de trabajo y con la relación laboral sin contrato ni previsión para las mujeres; las dificultades para acceder al empleo; el acoso sexual muchas veces no denunciado; el costos adicionales en las ISAPRES por ser mujeres (impuesto al útero); los abusos laborales y la mayor precariedad.
Las mujeres trabajadoras del agro, de acuerdo a la investigación de ANAMURI demuestran que éstas, tendrían que trabajar 120 años para conseguir una jubilación digna.Una de cada cuatro personas vive bajo el flagelo de la pobreza y de ellas la mayoría son mujeres. Seguimos siendo las más pobres de los pobres.
El doble discurso presente en este sistema hegemónico de poder se evidencia en que, por un lado, enaltece LA MATERNIDAD y, por el otro, niega las mínimas condiciones para que LA MATERNIDAD SEA VOLUNTARIA Y LIBRE.
Además, podemos afirmar el crecimiento de una misoginia instalada al castigar moralmente a las mujeres que viven un sistema de vida distinto al canon establecido, silenciando prácticas sexuales disidentes a la heterosexualidad normativa. Nos sumamos a las luchas de mujeres que han debido callar sus voces, ocultar sus manos, aguantar golpes y más golpes, el brazo de una ley que fue hecha por hombres.

Chile, en la convención por la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer, ratificó un tratado de DDHH de las mujeres, con el cuál se lograría “la igualdad de derechos para la mujer en todas las esferas sociales: política, económica, civil y socio- cultural.
Para lograr que se cumpla este acuerdo, exigimos que se promulgue el Protocolo Facultativo, que debe ser votado en el parlamento, este tema está pendiente en el programa de gobierno de Bachelet, por ende, es una tarea que debemos asumir y concretar.
Por ello, todas estas formas de violencia niegan nuestra humana condición, porque la eternidad que señala una gran poeta silenciada por nuestra nación, es nada más y nada menos que nuestros derechos sean respetados y no que sigamos en estas condiciones de iniquidad.
Nuestra invitación este 8 de Marzo es a conmemorar, protestar y a sumarse a las luchas reinvicativas que nos han costado muchas vidas. Los derechos Humanos de las mujeres son de todas y todos, mientras más avancemos en ellos, la verdadera Revolución dejaría de ser utopía.
Es hora de hacerla ya, no mañana. Hay que avanzar, gritar hasta que nuestras gargantas alcancen la libertad.

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