jueves, 24 de abril de 2008

Frenética...


Tu alma se disipa en el eco de los gemidos
la garganta traga como seda fluidos
gota a gota
no importa el tiempo
ni el maullido del celo
solo la impronta
de la carrera sinuosa
de la erupción violenta
que ocurre en el lecho
húmedo de piel
torbellino de pasiones
tempestuoso de aires corporeos
geografía sexual de ansias
en el instante frenético
de la muerte suprema
Atena

sábado, 8 de marzo de 2008

Ensayo : ESPACIOS BÍFIDOS

ESPACIOS BÍFIDOS:

LA ESCRITURA LÉSBICA LATINOAMERICANA

Por Atena Rodó
En el proceso de producción y recepción literaria existen nomenclaturas o tipificaciones que nos refieren a grupos socio – culturales, genéricos, etáreos, socio – sexuales, etc., donde se escribe desde un cierto prisma, desde una etnia, nación, identidad, cultura, género, circuito de poder- saber y se es portador de un sistema sígnico- simbólico que otorga la pertenencia en el régimen o sistema imperante.
En este aspecto, en el concierto contemporáneo, nacen una serie de estudios y de voces que dan cuenta de la realidad que las adscribe, como es el ejemplo de la Literatura producida por las distintas Etnias, la Literatura de Género, la Literatura Feminista, la Literatura Homosexual y otras. Mas, no ocurre esto con la Producción Literaria de Lesbianas o Literatura Lésbica.
Si bien, han existido una serie de cuestionamientos acerca de la existencia de “Lo Lésbico”, de la “Pulsión Lésbica” en sí, esto nos remite a una invalidación de Lo Lésbico que deriva en un silenciamiento de toda práctica, manifestación, arte, etc., de la Homosexualidad Femenina.
Podemos observar que a través del tiempo, el imaginario lésbico ha aparecido definido por el género masculino, o bien para utilizarlo de erotización permanente y solaz masculino (disfrute y goce vouyerista), o bien para condenarlo por lo excluyente de su conducta, pues lo lésbico excluye al hombre, el falo queda relegado a la inexistencia.
Es así como el castigo patriarcal se circunscribe a la historia borrando lo lésbico en el hecho de no nombrarlo, no reconocerlo y ni siquiera penalizarlo por carecer de existencia. Recordemos lo que ocurrió en la era de los Faraones, cuando hubo una Faraona que se atrevió a usar el elemento de vestidura que utilizaban sólo los Faraones: La Barba. Esa acción irreverente y subversiva fue grandemente castigada por el sistema del Padre aniquilando su imaginario en la historia, prohibiendo que se la escribiera, nombrar o aludiera en todo libro existente.
Mas, lo lésbico desde mucho antes de lo que conocemos como “historia oficial”, como es el caso de los Thiasoi o comunidades de mujeres, cuya existencia está documentada en Esparta y otras islas, en los siglos VII y VI antes de Cristo. En estas comunidades, las jóvenes aprendían distintas artes y vivían en común una experiencia global de vida. Ellas tenían sus propias divinidades y ceremonias de iniciación en que se formalizaba una unión entre dos mujeres, de tipo matrimonial.
Así tenemos distintos referentes a lo largo y ancho de la historia, como la griega Safo, la inglesa Radclyffe Hall, la norteamericana Natalie Barney, la poeta de la Rive Gauche: Renée Vivien y muchas otras que han sido minimizadas del aparato crítico mundial.
Más aún, podríamos extendernos en la acciones que mundialmente se han efectuado para silenciar Lo Lésbico, como la Patologización de dicha conducta en el vocabulario clínico universal o las borraduras históricas sufridas por la pulsión lésbica en el imaginario colectivo, como en la vida política, pública y social.
Ejemplo de esto mencionaremos algunos ejemplos:




Karla Jay señala en “On Slippery Ground: An Introduction” que a finales del siglo XX, las lesbianas estaban produciendo textos, discutiendo y (re)definiendo sus deseos, que esto no existió siempre, pues durante la mayor parte de la historia, el erotismo lésbico fue borrado o, como señalaba Terry Castle, convertido en fantasma por los escritores varones. Además, Jay señala que en novelas como The Apparition of Mrs Veal, de Daniel Defoe o The Bostonians, de Henry James, nunca se consumaba la relación lésbica. Cita a Castle, quien refiere este hecho como “el beso que nunca sucede, el beso que no puede suceder, porque una de las mujeres involucradas se convierte en un fantasma (y también es directamente perseguida por fantasmas)”
Estas dos novelas aludidas borran el acto lésbico otorgándole un carácter enfermizo y patológico, tildado de obsesivo o simplemente acuñado como el concepto de “Amistad Romántica no sexuada”
También podemos mencionar algunos films donde aparece silenciada esta pulsión:
El film Tomates Verdes Fritos, un Drama norteamericano en el que se borra todo erotismo lésbico y se le cercena en la visión victoriana de las relaciones entre mujeres, absolutamente carentes de eroticidad, pues estaban ausentes del imaginario todo erotismo que no fuese conducido por el orden fálico imperante. Esta “borradura” la señala Jay en otro texto llamado “Lavender Culture”:
“Muchos de los filmes acerca de lesbianas están hechos por hombres. Con frecuencia borran el lesbianismo, como sucede en Tomates verdes fritos, en el cual, para la mayoría de los auditores, Ruth e Idgie se entienden como ‘buenas amigas’, incluso a pesar de las pistas semióticas del estilo Annie Hall de las casacas y corbatas de Igie. Las posibilidades eróticas corren por debajo, más allá de la carencia de cualquier afecto físico”
También podemos apreciar que el arte hegemónico es producido por varones, y particularmente en la escritura, históricamente lo lésbico ha aparecido como “artificio lúdico” del imaginario masculino, para su propia gratificación sexual. Ejemplos de escritores como Algernon Swinburne, Charles Beaudelaire y Emile Zola, pintores como Henri de Toulouse-Lautrec que denigraron la figura lésbica caracterizando a las lesbianas como “mujeres malditas” o como integrantes de un submundo. Aquellas mujeres nacieron del imaginario masculino hacia una audiencia eminentemente masculina que intenta explicar el hecho lésbico o como patología compulsivo- obsesiva o como deseo impuro o simplemente otorgarle existencia para vouyerista placer. Ejemplo de ello lo tenemos en las pinturas de Gustav Klimt, particularmente en la obra “Serpientes Acuáticas o Les Amies”. En esta pintura podemos apreciar lo lésbico en las imágenes femeninas de cobrizos cabellos entrelazadas en el agua. Las serpientes semióticamente remiten al mal, ese mal deseado y anhelado obsesivamente por Klimt, esos rojizos cabellos que le recuerdan a la idea lésbica de la diosa babilónica Lilith, señal de rebeldía, sexualidad y sabiduría.
Además, podemos afirmar que a lo largo del siglo XX ha subsistido una visión androcéntrica de la pulsión lésbica que abarca desde la obra de Marcel Proust “En busca del tiempo perdido” a las escenas de sexo entre mujeres de la pornografía producida y orientada por hombres.
Pero nuestra problemática pertenece al ámbito latinoamericano. Sin embargo es preciso señalar la historia de silenciamiento que ha vivido el lesbianismo en todas sus manifestaciones.
Además, debemos mencionar que en Latinoamérica existe la hegemonía de un sistema de poder- saber patriarcal que se basa en la tradición judeo- cristiana proveniente del catolicismo español. Tal tradición moral se asienta en una cultura pagana que históricamente no tenía la normativa sexual excluyente del occidentalismo. Una cultura en la que las prácticas homoeróticas se realizaban en absoluta aceptación social y eran conductas integradas dentro de la sociedad.
Así, el hispano trajo consigo el aniquilamiento de las concepciones sígnico- simbólicas matriarcales precolombinas existentes, tales como la cultura Guaraní, la Maya, la Mapuche entre otras, que adoptaron el sistema patriarcal inconscientemente.
Un ejemplo de esta concepción matriarca la podemos dar en la cultura Mapuche, cuando la figura icono religiosa “Machi” recaía generacionalmente en un hombre, éste adquiría la sexualidad de su antecesora y se comportaba de acuerdo al rol de un Machi- Mujer.
Nuestra cultura ha dispuesto a nivel inconsciente una serie de concepciones y actitudes que promueven el orden simbólico de la moral religiosa española, como lo es el hecho de asignar el valor del “honor” a la mujer como un “don” que se debe “proteger”, no por la protección a su género, sino al hecho de que la mujer detenta en la Virginidad la Posesión y exclusividad que de ella hace el macho dominante.
También podemos ejemplificar con la vigilancia que los padres y hermanos hacen de sus hijas y/ o hermanas. Tal vigilancia se realiza para cuidar “ese capital simbólico- social (la honorabilidad)” y negar la posibilidad de interrelacionarse con otros. (Consultar Bourdieu en “La dominación masculina”)
Por consiguiente, podemos decir que nuestra cultura ha excluido a las lesbianas por tratarse de una “Alteración en el orden establecido”, una contraposición a la moral patriarcal occidental hegemónica.
También lo lésbico podría entenderse como una amenaza frente a los mecanismos de dominación y opresión ejercidos culturalmente hacia el género femenino, ya que la carencia fálica entre las relaciones socio-sígnico- sexuales lesbianas sería una negación al capital simbólico falocrático.
En otro ámbito, la representación de lo lésbico en la escritura sería entendida también como amenaza frente a la ley patriarcal y al heterosexismo compulsivo.
Hay que referir, además, el hecho que el hombre homosexual sigue detentando muchos privilegios sexistas por el mero hecho de ser hombre. Tal afirmación la sostiene el crítico literario David William Fóster, en su texto: “Latin American Writers on Gay and Lesbian Themes: A Bio-Critical Sourcebook”.
En ese texto, refiere asimismo que “el lesbianismo ha sido un tema muy urticante entre las feministas liberales en USA”.
La aseveración de la detención de privilegios de los homosexuales varones ha sido probada por las diversas conductas permisivas de la sociedad frente a la homosexualidad masculina. Ejemplo de ello está la existencia socio- histórica que han tenido, su representación simbólica a través de la tradición cultural mundial, la nomenclatura de la Producción Literaria gay, etc.





Fóster señala la problemática de la escasez de trabajos críticos de la Academia frente a lo lésbico, la ausencia de publicaciones de literatura lésbica en Latinoamérica y la obstaculización que existe a cualquier manifestación lesbiana se deben al prejuicio y a la falta de aceptación de la homosexualidad femenina en nuestra cultura. Cito textual una afirmación que hace Fóster en una entrevista concedida a Guadalupe Cortina, del equipo de “Grafemas”, cuyo texto aparece en la revista Grafemas, publicación de la asociación de literatura femenina hispánica, Volumen IV, Número 2 Noviembre 16, 1998:
“Finalmente, creo que, a pesar de proyectos de publicación, hay muchas lesbianas que no tienen donde publicar o de como hacer divulgar lo que publican. Y definitivamente las oleadas de moral reaccionaria en USA impiden que muchos profesores se ocupen de las que sí llegan a perfilarse.”
El problema de la invisibilidad lésbica ocurre debido a la exclusión y absoluta marginación tanto de las representaciones, como de las manifestaciones lesbianas en Latinoamérica. Según Adrienne Rich, esto ocurre "no por odiar a los hombres, sino por amar a las mujeres", en otros términos, por hacer transitar el deseo femenino por fuera del aparataje de control masculino. Por ello, Rich agrega que "El significado del amor por las mujeres es, pues, lo que se tiene constantemente que expandir".
Así, tenemos que toda forma de divulgación de producción literaria tenga la limitante cultural de la exclusión en lo que respecta a la pulsión lésbica. Pero esta exclusión, ¿no será un mecanismo para inculcar la subyugación del cuerpo- mujer? Si entendemos el cuerpo como espacio de poder - parafraseando a María Isabel Matamala - espacios en los que las decisiones sobre ellos suponen afirmaciones y negaciones con implicaciones individuales y sociales, estamos aceptando en que aquellos cuerpos conforman “El primer territorio potencias de ejercicio de ciudadanía”.
María Isabel nos señala que “para las mujeres poder vivir plenamente esas dimensiones desde la libertad y con el cuerpo (…) nunca más vivido como culpa sino como fiesta, supone la apropiación de poder para sí mismas y el ejercicio de la sexualidad sin sombras de miedo o de opresión, sin connotaciones de gravedad”.
Si nos ceñimos a este análisis, podemos ver que el sistema de poder- saber norma las relaciones entre los cuerpos y norma la sexualidad, apropiándose de constructos que silencian géneros e identidades, que niegan condiciones e invisibilizan todo acto que signifique una trasgresión al orden sígnico simbólico.
María Isabel señala, además, que “El contrato social, germen de la construcción política moderna, fue también un contrato sexual centrado en relaciones heterosexuales y en las mujeres entendidas como cuerpos sexuados. Contrato sexual que no queda confinado sólo a la esfera privada sino que inunda toda la sociedad moderna, asegurando a los hombres el libre desplazamiento entre la esfera pública y privada y la validez del derecho sexual masculino en estos dos mundos.”
Según esto, las relaciones de poder se establecen en las normas impuestas al cuerpo, por consiguiente, a las lesbianas no les está permitida la representación del deseo en su sexualidad, puesto que la Institucionalidad del Deseo ha otorgado a La Mujer el rol pasivo en las prácticas sexuales y la ha confinado a un espacio oscuro, sin goce ni conocimiento de su propio cuerpo, la ha construido a partir de las dicotomías dominador / dominada, macho/ hembra, activo/ pasiva, razón/ naturaleza, instinto/ afectividad, etc. Así, el lesbianismo no constituye una práctica sexual, por el hecho de faltar al contrato sexual en el que no se legitima el deseo ni la erótica femenina ni la erótica lésbica.
Lo anteriormente expuesto, obedece al anhelo de esclarecer las políticas sexuales que han imperado hasta hoy en nuestro continente, que operan indistintamente y de manera no visible en las manifestaciones artístico- culturales que nos interesan, como es el caso de la Literatura y de la exclusión de la Identidad Lésbica, entendiendo ésta como toda forma de manifestar la pulsión homoerótica femenina, tanto en sus prácticas sexuales, culturales, artísticas, etc.

Pulsión Lésbico - Política

Otro factor importante de mencionar es la exclusión de lo lésbico en las organizaciones de mujeres feministas heterosexuales y de organizaciones de las todavía llamadas “Minorías Sexuales”.
Las lesbianas han sido excluidas históricamente de las agrupaciones feministas por sentirse éstas “temerosas” de ser tipificadas como lesbianas, según lo que argumentan.
Sin embrago han borrado el precedente histórico de que las luchas primordiales feministas las impulsó políticamente el movimiento lésbico, que buscó alianzas con las mujeres heterosexuales en vías de la reivindicación de los derechos de la mujer. Esto implica que la dicotomía inclusión / exclusión opere tanto en su representación simbólica como en cualesquiera manifestación artística, en este caso, de la Producción Literaria.
Las lesbianas se han organizado a través del tiempo, siendo la mayor de las veces marginadas del escenario político de las organizaciones sociales. Por ello han formado otras vías de organización y de lucha que han buscado visibilizar su identidad.
Ejemplo de lo anterior lo tenemos en la crítica mexicana Norma Mogrovejo, que en su texto “Una propuesta de análisis histórico- metodológica del movimiento lésbico y sus amores con los movimientos homosexual y feminista en América Latina” señala una de las fuertes problemáticas de las luchas lésbico- políticas con el Movimiento Feminista:

“La tenacidad del Movimiento Lésbico dentro del Movimiento Feminista ha producido una influencia mutua importante, aunque no equitativa. La adhesión del Movimiento Lésbico a la demanda del MF fue incondicional (…)Estas demandas planteadas únicamente desde los marcos de una relación heterosexual, definían el Mov. Fem. como una “identidad heterosexual”(…)
“Ya sea por oposición, omisión o estrategia, las feministas negaron reconocer la importante presencia lésbica dentro del movimiento. Por otro lado, el ML al ubicar su lucha dentro del MF le ha impedido priorizar demandas propias y se ha conformado con mantenerse bajo el manto de la teoría feminista, sin elaborar propuestas teóricas que incluyen sus necesidades propias.
“Sin embargo algunas de las ONGs feministas incluyeron en sus talleres con mujeres de sectores populares, dentro de la temática de la sexualidad un módulo dedicado a la “opción sexual” o “lesbianismo”, introduciendo la discusión (…) Otras estaban abiertas a tocar el tema si las circunstancias lo permitían. El tema del lesbianismo no fue directo, sino un apéndice de la sexualidad como un punto y aparte.”

Lo mismo ocurre con los movimientos homosexuales guiados por gays en los que excluyen de representatividad a las lésbicas. Norma nos refiere que:

“Las primeras formas de organización de las lesbianas estuvieron dentro de los grupos homosexuales en la búsqueda de la igualdad y universalidad (…) La importante participación de las lesbianas feministas hizo modificar el inicial nombre de “Movimiento de Liberación Homosexual” por el de “Movimiento de Liberación lésbico-homosexual (…)
“La práctica falocéntrica y misógena de muchos homosexuales junto a rivalidades por el poder de los líderes masculinos de las diferentes corrientes, incomodaron a las lesbianas quienes en una adhesión al análisis feministas identificaron su diferencia en razón del género”

Esto nos sitúa en un escenario adverso en que las lesbianas se encuentran tipificadas como “minoría entre las minorías” y por tanto excluidas de las luchas reivindicativas de sus pares homosexuales. De allí que se visibilice mayormente la Literatura Homosexual Masculina, porque el hombre gay sigue sustentando privilegios por el sólo hecho de ser hombre.
Otra teórica lésbica que denuncia estos fenómenos es Jules Falquet. En su texto “Breve reseña de Algunas Teóricas Lésbicas”, afirma que “Como mujeres, las lesbianas no tardan en criticar la misoginia, el funcionamiento patriarcal y los objetivos falocéntricos del movimiento homosexual, dominado por hombres”; y en cuanto al Feminismo, señala que “buena parte del movimiento feminista se deja intimidar por el mensaje social que exige al feminismo silenciar, invisibilizar y postergar al lesbianismo para ser mínimamente respetado. Mientras que las lesbianas luchan por todas las causas de las mujeres (…) las demás mujeres se muestran generalmente muy tibias a la hora de luchar por causas lésbicas o cuestionar la heterosexualidad”[1]

Todo lo expuesto, nos muestra la gran problemática que no puede continuar silenciándose. La sostenida invisibilidad a la representatividad lésbica es una conducta que debe ser concluida, una actitud incomprensible en una sociedad que se define como post moderna, sociedad en la que siguen operando los mismos cánones anquilosados desde épocas coloniales.
La academia debe comenzar a preocuparse del silenciamiento que viven las lésbicas, otorgándoseles los espacios que merecen y les han sido negados.
Procuraremos mejorar en cuanto a las prácticas discriminatorias y a la incursión en comportamientos entrampados en el sistema de dominación patriarcal que ejerce su hegemonía de forma invisible en las personas y en nuestra cultura…la erótica lésbica está en vías de salir de Los Espacios Rasgados, Bífidos u Ocultos en los que ha sido injustamente encerrada.
[1] Para mayor información sobre este tema, revisar:

Falques, Jules. 2004. Breve reseña de Algunas Teorías Lésbicas, Ed. fem – e – libros, México.

Frye, Marilyn. 1983. “Lesbian feminism and the gay rights t: another view of male supremacy, another separatism”. In: The politics of reality. New York: The Crossing Press.

Mogrovejo, Norma. 2000. Un amor que se atrevió a decir su nombre. La lucha de las lesbianas y su relación con los movimientos homosexual y feminista en América Latina. México: Plaza y Valdés, CDAHL. 397 p.

Discurso 8 de marzo

El ritmo del tiempo de la historia a veces es muy rápido, pero otras parece que estuviera detenido o muy lento. Ya han pasado muchos años desde que la organización de las obreras rusas diera el pie para la revolución bolchevique.
Después de una vasta cantidad de años de la matanza de las mujeres obreras en EEUU, de las consecutivas luchas de las organizaciones de mujeres por el derecho al voto, derechos laborales, el acceso a la educación y tener la soberanía sobre nuestros cuerpos, aun no hay justicia ni trato como humanas.El 8 de marzo es un día para tomarse las calles, los sindicatos, el gobierno, para reunirnos y manifestarnos públicamente con nuestra presencia y humanidad.Hoy Conmemoramos las luchas, la valentía y la organización de aquellas mujeres, nuestras madres, abuelas, bisabuelas, quienes hace más de un siglo han hecho que en todo el mundo se reconozcan los DDHH de las mujeres.Para que estos DDHH sean realidad, la lucha debe continuar no sólo desde las organizaciones de mujeres, sino que también, desde todos los ámbitos en dónde existan hombres y mujeres que demandan justicia y dignidad.
Han existido innumerables hechos que nos enrostran la horrible historia recién pasada, ejemplos de ello son las víctimas del sistema represivo de 1973.
Todas las mujeres embarazadas detenidas desaparecidas eran menores de 30 años. En la actualidad, sus hijos tendrían entre 25 y 28 años.
De gran parte de los casos, la verdad es que juicios y procesos han sido sobreseídos definitivamente mediante la aplicación de la Ley de Amnistía.
Hemos decidido remecer las conciencias de aquellas que ayer callaron, tomamos a nuestras muertas de la mano y les prometemos un NUNCA MÁS.
Las mujeres también queremos pronunciarnos por la Paz, ante la situación que vive Latinoamérica en estos días. La Conferencia de Beijing, señala que las mujeres y las niñas son las más afectadas en conflictos armados.
Queremos considerar el desarrollo de programas que eduquen a los pueblos, para impulsar una cultura de la PAZ, apuntando a la resolución de los conflictos por medios pacíficos.

Otros casos de maltrato hacia nuestros derechos humanos es el actual sistema carcelario que menoscaba y violenta los cuerpos, la realidad en las que viven cientos de compañeras es deplorable y tenemos que abogar por un cambio radical en este sentido.
Mencionemos el caso de la mujer de los pueblos originarios que sigue luchando por existir en una nación que la enajena y reprime, que menoscaban sus derechos. Tal es el caso de Patricia Troncoso, quien está saliendo de una huelga de hambre debido a compromisos relativizados y silenciados. Por esto, es una demanda de las mujeres organizadas exigir cumplimiento de compromisos contraídos, por una ciudadanía sin restricciones ni exclusiones.

Si una niña de 11 años es violada por su padre y queda embarazada… no puede abortar.
Si una mujer, madre de 3 hijos, está en peligro de muerte por causa de un embarazo… no puede abortar.
Casi la mitad de las niñas adolescentes que dejan de asistir a la escuela lo hacen por razones de “maternidad” o “embarazo”, mientras que los niños dejan de ir al colegio por dificultades económicas.
La gran mayoría de las mujeres Chilenas, un 74%, están a favor del aborto terapéutico.
Este es el tema de la Normas de Regulación de la Fertilidad.
Dependemos del tribunal constitucional en la entrega de la PAE. Además, se atenta contra la planificación familiar, retrocediendo a los años 60, cuando se instala la T de Cobre como unos de las tantas opciones para regular la fertilidad. Nuestras exigencias están orientadas a la entrega de la PAE en forma gratuita y su venta sin receta médica.

Debido a esto, no debemos seguir escondiendo realidades, no podemos continuar callando.

Las mujeres trabajadoras hoy en Chile, componemos más del 43% de la fuerza de trabajo, sin contar con la contribución económica que hacen las dueñas de casa, aportando al crecimiento y desarrollo económico del país. Más de 500 mil mujeres somos jefas de hogar y otras 450 mil aportamos a nuestras familias con nuestro sueldo, llegando a ser un millón de trabajadoras en Chile.
Gran parte de las mujeres del área de servicios, temporeras, entre otras, no cuentan con contrato de trabajo. La mujer se ha integrado al campo laboral, pero lo hace sin contar con las condiciones mínimas para ello: con menores remuneraciones, ausencia de salas cunas, inseguridad en el cuidado hijos, exposición a enfermedades y accidentes laborales, discriminada para exceder al campo laboral por edad, sexo, trabajos precarios, entre otros".
Además de la limitación en el campo de la salud, somos víctimas de una deficiente seguridad social y de las más bajas pensiones, sin contratos, sin previsión.
Hoy además se pretende legislar (precarizar) para flexibilizar la protección de la maternidad, modificando el pre y post natal.

Es de urgencia nacional mejorar los bajos salarios e igualar las remuneraciones entre hombres y mujeres (a igual trabajo, igual sueldo); terminar con el exceso de horas de trabajo y con la relación laboral sin contrato ni previsión para las mujeres; las dificultades para acceder al empleo; el acoso sexual muchas veces no denunciado; el costos adicionales en las ISAPRES por ser mujeres (impuesto al útero); los abusos laborales y la mayor precariedad.
Las mujeres trabajadoras del agro, de acuerdo a la investigación de ANAMURI demuestran que éstas, tendrían que trabajar 120 años para conseguir una jubilación digna.Una de cada cuatro personas vive bajo el flagelo de la pobreza y de ellas la mayoría son mujeres. Seguimos siendo las más pobres de los pobres.
El doble discurso presente en este sistema hegemónico de poder se evidencia en que, por un lado, enaltece LA MATERNIDAD y, por el otro, niega las mínimas condiciones para que LA MATERNIDAD SEA VOLUNTARIA Y LIBRE.
Además, podemos afirmar el crecimiento de una misoginia instalada al castigar moralmente a las mujeres que viven un sistema de vida distinto al canon establecido, silenciando prácticas sexuales disidentes a la heterosexualidad normativa. Nos sumamos a las luchas de mujeres que han debido callar sus voces, ocultar sus manos, aguantar golpes y más golpes, el brazo de una ley que fue hecha por hombres.

Chile, en la convención por la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer, ratificó un tratado de DDHH de las mujeres, con el cuál se lograría “la igualdad de derechos para la mujer en todas las esferas sociales: política, económica, civil y socio- cultural.
Para lograr que se cumpla este acuerdo, exigimos que se promulgue el Protocolo Facultativo, que debe ser votado en el parlamento, este tema está pendiente en el programa de gobierno de Bachelet, por ende, es una tarea que debemos asumir y concretar.
Por ello, todas estas formas de violencia niegan nuestra humana condición, porque la eternidad que señala una gran poeta silenciada por nuestra nación, es nada más y nada menos que nuestros derechos sean respetados y no que sigamos en estas condiciones de iniquidad.
Nuestra invitación este 8 de Marzo es a conmemorar, protestar y a sumarse a las luchas reinvicativas que nos han costado muchas vidas. Los derechos Humanos de las mujeres son de todas y todos, mientras más avancemos en ellos, la verdadera Revolución dejaría de ser utopía.
Es hora de hacerla ya, no mañana. Hay que avanzar, gritar hasta que nuestras gargantas alcancen la libertad.